Que sí, que hoy es un día especial, un día bautizado machaconamente como el día de la fiesta de la democracia, de paseos dominicales hacia el colegio -hoy todos vamos al colegio, mola, algo aprenderemos-, un día de normalidad, de aperitivos post-electorales, de tardes con índices de participación y programas especiales en radios y televisiones.
Y es un día de miradas, miradas cómplices cuando acudes a tu colegio electoral, y buscas con complicidad al interventor o apoderado de tu papeleta, como diciendo, “aquí la llevo”, casi con la misma insistencia, buscas al resto de interventores, que lucen un cartelón en la pechera de ‘los otros’, pero ahora lo que piensas es “chupa del frasco Carrasco”. De monjas y familias votando después de misa de doce. De votos vírgenes, de primeras veces, de votos recalcitrantes convocatoria tras convocatoria, de votos cambiantes y hasta votos mutantes.
Hoy, día electoral, alcaldes y ex alcaldesas, con concejales, secretarios locales y séquitos, pasean calles y bares, terrazas y esquinas con los móviles vomitando encuestas e índices de participación. A muchos de ellos no se les veía en la calle hace tanto tiempo, y algunos de ellos, son tan de plástico, tan irreales, tan en su nube.
Pero este año, no sé si la cercanía de sorteos de lotería de Navidad, adelanta las frases echas y los autotoconsuelos individuales y colectivos, solo falta escuchar… “pero tenemos salud” y “desafortunado en la suerte.., afortunado en amores”. Apenas escucho un… “no hemos alcanzado los objetivos previstos”, en boca del que mi madre habla como “hijo mií, que me lo han dejado solo”.
Es un día de imaginarse cómo será mañana, que ya es hoy. Me contaban en Grecia como fue el día siguiente a la victoria en las urnas de Syriza. Si hay un sitio donde las normas se hacen sabiendo que no se cumplen, donde las líneas continuas en calles y carreteras solo se pintan, pero que sirven para poco más que para estar ahí, que la crisis ha machacado hasta la humillación, ese es Grecia. Pues me contaban, que al día siguiente, incluso las semanas siguiente a las elecciones, la gente se miraba a los ojos en la calle y se sonreía, las personas andaban con alegría, incluso se respetaban las señales de tráfico…, había alegría en la calle, me decían, luego ya…
Pero aquí es diferente, aquí hoy ya, seguimos prefiriendo lanzar culpas urbi et orbe, preferimos, en el mejor de los casos, enfocar el espejo hacia los otros, para que se puedan ver lo feos que son, lo mal que lo han hecho, los votos que han perdido -¿será por aquello de los tuertos y los ciegos?-; y decía que en el mejor de los casos, porque hoy, que ayer era mañana, escucharemos, seguro, lanzar acusaciones globales, generalizaciones y culpas colectivas al país entero, !que difícil debe ser gestionar la frustración¡ con lo sencillo que es hablar y dirigir en tiempo de esperanza y de ilusión.
Escucho a Sabina,
“… Y la vida siguió,
Como siguen las cosas que no
Tienen mucho sentido…”
Hay que levantarse hoy también, tengo que seguir viviendo. DIARIO Bahía de Cádiz