CRÍTICA. Otelo es la historia de una muerte anunciada, porque ya conocemos de antemano que el relato desembocará en la muerte de Desdémona a manos de su celoso marido. Habrá otras muertes, algunas provocadas por la ‘justicia poética’ de los tiempos en los que Shakespeare nos regaló las maravillas de obras que corresponden ya al canon teatral clásico. Sin embargo, Otelo de Gabriel Chamé es un clásico deconstruído y transformado en comedia. Un horror o un gran trabajo, según se mire.
Desde el respeto hacia el gran dramaturgo, una versión más bien para olvidar: sin esencia, despojado del dramatismo, sin las matices sicológicos que destilan los versos de Shakespeare; ausente la solemnidad de los actos protocolarios, con una escenografía sin sentido –en la forma tradicional de representar Otelo–, utilizando un lenguaje desprovisto de cortesía y sutilezas; y eliminadas sin sustitución las referencias simbólicas que afloran en el texto dramático. Todo se muestra de otra forma, mucho más en crudo y sin dramatismo; sin matices, ni pathos.
Pero no es el propósito de esta versión, que propugna la exaltación de la desvergüenza –no lo utilizo como término peyorativo-, desbordando los límites, incluso del respeto a la obra del propio Shakespeare. Casi una gamberrada dramática.
No obstante, en trazos gruesos es un Otelo fidedigno al relato de Shakespeare; pero Chamé introduce cambios intencionados. Comenzando por los personajes que ahora no son nada heroicos: Otelo –bigote y raya engominada- es un chulo de barrio, lleno de tatuajes. Desdémona quiere aparentar una pija ingenua, aunque sale más bien una loca con poca sustancia en el cerebro… Rodrigo es una vulgar caricatura de un inseguro e infeliz joven y Casio se transforma en un repelente –y desternillante- imitador de Michael Jackson. Yago es el personaje principal –Otelo es casi un secundario en esta versión–, adopta pose y dicción de cartoon y su discurso enfatiza su papel de perverso manipulador, pero no la envidia motivadora de sus desafueros. También se distinguen otros cambios temáticos para nada desdeñables en el libreto corregido, como el racismo, planteados como apuntes para quien los quiera recoger…
Otelo de Chamé es una exitosa versión a la manera de dos intérpretes, Hernán Franco en un superlativo Yago (si se atiende a su exagerada manera de llevar el amanerado personaje, mitad bufón, mitad director de su propio teatro; y la brillante exhibición de su extremoso personaje) y el polifacético Marín López, más comedido en sus variados registros; ambos están acompañados por dos actores de reparto necesarios para sostener la obra, en tono menor en su vertiente interpretativa, aunque sorprenden por la intensidad dramática de su muerte grabada al modo snuff movie.
Otelo de Gabriel Chamé es una versión que entretiene y divierte –su mérito principal– en la que los actores Hernán Franco y Martín López exhiben unas excelentes interpretativas de teatro clown y grandes dosis de vis cómica; especialmente. el polifacético Martín, que tiene que representar cuatro personajes Rodrigo, Michael Cassio, Emilia y Ludovico –lo que origina una hilarante escena de autoasesinato- atreviéndose ambos con comentarios improvisados y mensajes al público… además de ciertas formas de metateatro que alcanzan a parte del libreto.
Este Otelo de Gabriel Chamé es una sorprendente, trepidante y divertida comedia que arrancó una calurosa despedida del público, vítores incluidos. Un triunfo sin dudas de la función y un acierto del Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz. DIARIO Bahía de Cádiz
FICHA DEL ESPECTÁCULO:
Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz 2015.
‘Otelo’. Gabriel Chamé, autor y director. Reparto: Hernán Franco (Yago), Martín López (Michael Casio, Emilia, Rodrigo, Ludovico), Julieta Carrera (Desdémona, Brabancio, Montana, Bianca), Matías Bassi (Otelo).
Lugar y día: Teatro de Títeres La Tía Norica de Cádiz, 23 de octubre de 2015. Asistencia: Lleno.
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